De todas las motivaciones que una persona puede tener para quedarse en una relación conflictiva, la más común es “por mis hijos”. Pero, ¿es lo correcto? Antes de tomar esa decisión se deben tomar en cuenta algunos puntos:
Solo padres felices pueden criar hijos felices:
Al igual que un adulto “siente” el ambiente pesado y la incomodidad cuando dos personas están disgustadas, así los niños, incluso los más pequeños, se estresan al vivir en un ambiente conflictivo. No es necesario que vean gritos y pleitos para darse cuenta que sus padres se están llevando mal. Pero es peor si además, los ven.
Los hijos no hacen de grandes lo que sus padres les dijeron, sino lo que su ejemplo les enseña:
Entonces la pregunta es ¿Qué ejemplo le estoy dando yo a mis hijos, a mis hijas? ¿Cómo me sentiría si ellas o ellos actuaran como yo estoy actuando? ¿Quiero que ellas o ellos repitan mi historia y vivan lo que yo estoy viviendo? Si esto no es lo que quiero, entonces tengo que cambiar el ejemplo que estoy dándoles.
Los hijos llenan muchos de los vacios que tienen las relaciones:
Nos dan temas de conversación, algo en que enfocarnos. Pero los hijos, tarde o temprano se van a hacer su vida. Entonces, es útil plantearse el panorama de una vida que más pronto que tarde llega: la vida sin hijos. Cuando estemos sólo mi pareja y yo, ¿de qué voy a hablar con éste ciudadano? ¿qué vamos a compartir? ¿cómo será nuestra vida? Con esto hago mi foto y me pregunto, ¿Esto es lo que quiero para mi vida? Si esto no es lo que quiero, entonces ¿qué he de dejar de hacer? ¿en vez de eso, que he de empezar a hacer?
Sólo tomando en cuenta estos puntos, puedo tomar las mejores decisiones para mí y los demás.
Ahora bien, muchas personas que ya han tomado la decisión, se arrepienten una vez ven el sufrimiento de sus hijos: “Extraña a su papá” o “Es muy pegado con su papá”. Es importante notar que hasta las personas con parejas violentas extrañan, aunque sea un poco, a su pareja. Este “extrañar” se da porque los seres humanos rápidamente nos apegamos a todos lo que nos rodea. Si se nos pierde una pieza de ropa, la extrañamos cuando no la vemos. Es importante aclarar que ese “extrañar” que nos hace sufrir no tiene nada que ver con la otra persona per se, sino con nuestro apego.
En el caso específico de los hijos, está adicionalmente la pérdida de lo que el padre representa a nivel cultural: soporte económico, protección, la cabeza de la familia. Si a nivel práctico la persona cumplió con éste papel o no, eso es irrelevante, porque la palabra “padre” ya viene cargada culturalmente por sí sola. También se pierde la idea tradicional de familia (papá+mamá+hijitos+el perrito+la casita con la cerca blanca). El niño llora esa pérdida, es normal y debe respetarse.
En este momento es importante hacer la distinción entre el ”bien a corto plazo” y el ”bien a largo plazo”. Si vuelvo, las cosas serán igual y aunque el niño dejará de “extrañar” a su papá como lo extraña ahora, a largo plazo las consecuencias pueden ser más dolorosas que “extrañar”. Si vuelven y sólo se repite el ciclo, sólo se alargará el sufrimiento de todos.
Por eso, no debe tomar la decisión movida por una pelea o una explosión emocional. Sino estar verdaderamente convencida de que lo que está haciendo es lo mejor para todos los involucrados. Sólo así podrá tomar la mejor decisión y, más importante aún, sostenerla en el tiempo.
Pero lo primero que uno debe intentar hasta agotar todas las opciones es:
Doblegar el orgullo, y buscar la restauración de la relación.
Si por algo esa relacion se dió, se debe buscar como valorar todo lo bueno antes de dar por todo por perdido.
Entender que en una nueva relación siempre habran conflictos y si no se madura, entonces siempre se volvera a tropezar. Asi que lo mejor es madurar, ceder y trabajar por arreglar esto.
Buscar ayuda externa que sirva como arbitro cuando ninguna de las partes quiere ceder la razón.
Abrazos fraternos.
Construyamos Paz
JM.
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