Una Figura
Un día en el templo, se requería de una oveja para el sacrificio de la tarde, para el holocausto. Y para que fuese agradable y perfecto para Dios, la oveja debía ser perfecta. Y qué mejor que las ovejas del prado, las ovejas bien alimentadas, protegidas y reposadas, saludables y engrosadas del buen pastor. La elección es obvia, la oveja sería la más prosperada del rebaño.
Ese día, común para los oficios del templo, pero diferente para las ovejas, el buen pastor vino al rebaño, no como pastor, sino como sacerdote del templo. Su vestido no era el acostumbrado del oficio pastoril, sino el de honra y hermosura de los oficios de la casa de Dios; en lugar de su vara y su cayado, traía en su mano un afilado cuchillo. El familiar pastor ahora era un desconocido sacerdote. Fijando su mirada en una oveja en particular, la más prosperada del ganado lanar, sus ojos señalan la elección y la sentencia, de oveja de su prado a oveja del matadero del templo.
Diálogo
Ovina y Sacerdote
–––Pastor no te había conocido, le dice la ovina que cariñosamente Él llama por nombre, Paloma mía. ¿Por qué vienes hoy con ese atuendo a esta hora de la tarde?, ¿Y qué es ese objeto que empuñas en tu mano?, ¿Y tu vara y tu cayado adonde están?
A sus preguntas Él responde:
–––Este es el día y la hora señalada; mi vestido, es de mi otro oficio, el de sacerdote del altar del sacrificio; el objeto que empuño en mi mano, es un cuchillo, el único instrumento que traspasándolo por tu vientre puede librarte de tu ser interior y perfeccionarte para habitar en la casa del Padre, en el monte de Su heredad, Paloma mía. Y para eso he venido hoy, para llevarte al altar del sacrificio.
–––Pastor me asustas, exclama la ovina. He oído, sigue diciendo: Lo que le hacen a las ovinas que son llevadas ahí. ¿Es todo esto necesario?, vuelve a preguntar.
–––Sí, Paloma mía, es necesario, da respuesta el ya identificado pastor hoy sacerdote del altar.
–––Desafiante la ovina vuelve a cuestionar: ¿Y qué si no lo permito?
–––Si yo no meto este cuchillo en tu vientre, en tus entrañas, tú nunca morirás a tus pasiones y deseos; quedarás imperfecta y no apta para habitar con El Cordero en los rebaños en el monte de la heredad del Padre. Pero, esto debe ser una cosa voluntaria, replica el comisionado del altar.
–––Prefiero quedarme aquí, como oveja del prado, en delicados pastos, junto a aguas de reposo; estar bien alimentada, protegida y reposada, saludable y engrosando, ¿o no estás tú aquí para que no me falte nada?, argumenta, a la vez que también demanda derechos la ovina.
Paciente, el servidor del altar con la equivocada ovina, consciente de lo avanzado de la tarde para la hora del sacrificio, de la comodidad de la ovina; todavía insiste queriendo convencerla de la urgente necesidad de ser sacrificada por su propio bien:
–––Estás equivocada Paloma mía, replica el real sacerdote: El bien y la misericordia de cada día, el no faltarte nada, el disfrutar de los lugares de delicados pastos, estar junto a las aguas de reposo; bien alimentada, protegida y reposada, saludable y engrosada, te ha hecho acomodarte; lo has equivocado todo, te has vuelto devota del dios del vientre,* y esto hace inevitable tu cita hoy mismo en el altar del sacrificio. Pues, solo buscas lo que es para ti.
Mas, evadiendo su elección entre el rebaño, el día y la hora, pasar de oveja del prado a oveja del matadero, ir al altar del sacrificio, queriendo evitar el último pastoreo por el valle de sombra y de muerte de tránsito a la casa del Padre, ovina exclama su positiva confesión de fe:
–––Eres mi pastor, adereza mesa delante de mí, no seas el Sacerdote mi angustiador en este día y hora. Aliéntame, úngeme, has rebosar mi copa. Sáciame de tu bien, no me traspases, me dolerán mis entrañas, déjame en el prado, hazme bien y misericordia.
Pero, ni la más grande confesión de fe, ni la mayor de las unciones, pueden evitar la hora de la tarde, la hora del holocausto, ni pasar por el valle de sombra de muerte; pues, aun esto es bien y misericordia. Mas ignorando la ovina adonde la conduciría el tránsito momentáneo por el valle de sombra y de muerte, no conociendo la delicia de la morada del Padre en el monte de Su heredad, deseaba quedar en los pastos y aguas del prado.
Habla ahora el Sacerdote:
–––Paloma mía, si te ha deleitado estar en el prado, te deleitará sin comparación aun más morar en el monte de la heredad del Padre con El Cordero, adonde hay delicias a su diestra para siempre. Ahí mora el lobo con el cordero, el leopardo con el cabrito se acuestan, el becerro y el león andan juntos, nada daña ahí. Mas, la condición para morar con el Padre y El Cordero para siempre en su monte, es la muerte de tus deseos y pasiones que residen en tu vientre, en tu ser interior, de lo cual, solo este cuchillo te puede liberar.
Habla ahora la ovina:
Que necia, tonta y egoísta he estado, solo he visto mi comodidad, sin notar el mal en mi interior, mis pasiones y deseos en mi carne, en mis entrañas; ciega he estado, sin ver la morada del Padre en el monte de Su heredad, evitando el valle de sombra de muerte que me llevaría con El Cordero y las delicias a su diestra. Mi buen pastor, sacerdote del altar, llévame por el valle de sombra de muerte al sacrifico, la tarde está avanzada, el tiempo apremia, pronto, mete el cuchillo en mis entrañas aunque duela, separa el alma del espíritu; es mi necesidad y esperanza, si tú no lo haces me perderé; me rindo voluntariamente en este día y hora.
Aceptada la elección y sentencia, con esperanza, Paloma mía y Sacerdote caminaron juntos por el valle de sombra de muerte con destino al altar del sacrificio, Él le alienta y ella voluntaria enmudece; la sombra de muerte durará toda la noche, hasta que el Lucero de la mañana resplandezca, hasta que el Sumo Sacerdote vea consumado el sacrificio en el altar, hasta que el Príncipe de los pastores venga por la ovina para llevarle al monte de la heredad del Padre.
“La Herencia” La Porción de la Naturaleza del Padre
© 2003 Carlos E. Rivas. Todos los derechos reservados.
ISBN # 142-2003
Nota: Estos párrafos fueron tomadas de las notas “LA HERENCIA”, La porción de la naturaleza del Padre del pastor Carlos Rivas, director del ministerio PARA LA EDIFICACIÓN. Por favor reprodúzcalas para otros, envíelas a sus familiares y amigos; elévelas a Web y E-mail: Que muchos a las obtengan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario